Desde lo alto de una colina, donde se confunde el cielo con el mar, donde no se distingue a la gente entre la inmensidad, donde simplemente escuchas tus latidos, me paro a pensar.
Me paro a reflexionar, a escuchar los latidos de mi corazón, a disfrutar de un silencio inesperado.
Paro y cojo aire, respiro bien hondo para llenar mis pulmones de energía, de fuerza y de vida.
Desde lo alto de la colina todo parece insignificante, lo grande se vuelve pequeño, todo se relativiza.
Respiro fuerte, cierro los ojos e intento quedarme con esta lección. Me quedo con la importancia de relativizar, de ver las cosas desde lo alto, de ver lo importante en lo pequeño.
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