El destino en mis manos para poder jugar con el a nuestro antojo.
Borramos huellas de un camino que queda ahora desierto.
La lluvia invade un día soleado y las palabras enmudecen tras un beso.
Jugamos con el aire que respiramos como unos niños.
Apagamos las luces del puerto definitivamente.
Apago el motor y me quedo a la deriva, disfrutando del silencio.
Quiero volver a tener entre mis manos el tiempo y el ritmo de la vida.
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