sábado, 12 de febrero de 2011

Silencios...

El silencio, cuando es voluntario, puede ser agradable, puede ayudarnos a pensar, a relajarnos...


Pero ¿y el dolor que puede llegar a hacer el silencio, la soledad que provoca el silencio?


Vivir en la ruina del silencio. ¿En que momento el silencio entró a formar parte de una rutina?


Hay silencio por temores, por no afrontar situaciones.

Hay silencios que te arrastran como el mar.

Hay silencios dolorosos, silencios sin noticias...

Hay silencios que duelen más que un grito, es el silencio de la impasibilidad, del olvido.

Hay silencios de dolor.



Lo más bonito es cuando ese silencio se rompe por risas, risas inocentes de niños, risas sinceras, risas tímidas, risas nerviosas, o simplemente risas.


A mi no me gustan los silencios, ni los voluntarios, ni los obligados, ni los del olvido y aun menos los de dolor.

Que los silencios no entren en vuestra vida, más vale hablar, reír, llorar, gritar...pero nunca callar, nunca silenciar. La voz debe ser un medio para expresar lo que sentimos. Que nunca os silencien. Nunca silenciemos a nadie, siempre se puede aprender algo.

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