Adolescentes que emprenden viajes astrales en el tejado de sus padres.
Pasan ahí horas intentando evadirse del mundo, de la realidad de ahí abajo.
Adolescentes que dan besos llenos de pasión, sinceridad y con el miedo a lo desconocido, a lo prohibido.
Sueños que rozan lo imposible.
Tardes de terrado rozando las estrellas, o al menos intentándolo.
Adolescentes de ojos claros y transparentes como el agua y que reflejan lo que piensan como el agua refleja la imagen proyectada.
Adoro esas tardes de adolescente, y más aún recordarlas.
¿Quién no quiere volver a ser adolescente?
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