Dulces recuerdos de viajes a lugares únicos, paradisiacos, sorprendentes, extraños, diferentes y porqué no antagónicos.
La gente pasa por los aeropuertos y dejan su huella en ellos, sus recuerdos, sus alegrías y sus tristezas.
Viajes que empiezan o que acaban. Experiencias por vivir y sensaciones por descubrir. Nervios por lo desconocido de mañana.
Tristezas por la aventura vivida que llega a su fin, quizás sin saber que sucederá después, o simplemente por saber que la aventura volverá de aquí un tiempo con otro destino pero con la alegría intacta por lo que vendrá.
Lágrimas por los que se van a emprender nuevas vidas, despedidas tristes.
Lágrimas por los que llegan, por los que volverás a abrazar y por todos esos reencuentros del ayer y de hoy.
Esto es un aeropuerto, sus paredes callan todo lo que ven, acumulan recuerdos y sentimientos de otros.
Tu huella queda marcada en el aeropuerto, y por eso me gusta cerrar los ojos e imaginar todas las historias que ahí suceden.
Soñemos... Volemos a un destino no anunciado en las pantallas...
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