¿Quién somos nosotros para juzgar a la gente?
Siempre nos empeñamos en etiquetar a los demás, y hasta etiquetarnos a nosotros mismos.
Nos basamos en etiquetas.
Siempre nos empeñamos en etiquetar a los demás, y hasta etiquetarnos a nosotros mismos.
Nos basamos en etiquetas.
La vida es una etiqueta constante. Etiquetamos los estilos de vida, etiquetamos la ropa, etiquetamos los comportamientos, etiquetamos los procedimientos, etiquetamos hasta las cosas que almacenamos. ¿Y por qué debe estar todo tan etiquetado? ¿Por qué nos guiamos por las etiquetas y no por el corazón?
Las etiquetas marcan nuestro carácter, nuestras actitudes y nuestra forma de relacionarnos con los demás.
Etiquetamos nuestra felicidad.
Etiquetamos nuestros sentimientos.
Etiquetamos nuestros comportamientos.
Nos catalogamos de buenos o malos en función de lo que hacemos y lo que pueden pensar de nosotros, y no en base a lo que sentimos.
Permitimos que otros nos etiqueten etiquetándonos como ellos lo harían.
Yo no voy a juzgar ni voy a etiquetar más, pero tampoco quiero que me etiqueten a mi.
¿Será eso posible?
Creo que es difícil no etiquetar a los demás, por mucho que lo hagamos de buena fe, siempre acabamos etiquetando a la gente.
Etiquetaré a la buena gente que es la que tengo a mi vera, y la etiquetaré como lo que se merecen, como buenas personas que me cuidan y me cuidarán, que me quieren y me querrán siempre.
Y yo me etiqueto como el sol y la luna, que se desvivirá por sus amigos, por su gente y por los que necesiten de mi.
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