jueves, 24 de marzo de 2011

CAFÉ

Un café...

Un café necesita su preparación, necesita tener un olor característico, necesita tomarse pausadamente, necesita disfrutarse en cada sorbo.

Hay muchos cafés, muchas formas de prepararlos, muchos matices de sabor, al igual que la vida.

La vida es un café, en el que buscamos emociones fuertes e intensas pero preparadas con pausa, en el que otras ocasiones buscamos la tranquilidad y el sosiego.

Alrededor de un café se establecen conversaciones sinceras, divertidas, distendidas, serias, importantes, banales... pero se establecen conversaciones si estás en compañía. Un buen café en soledad invita a pensar, a reflexionar, a tomarse una pausa en esta vida tan ajetreada.

Muchos piensan que el sabor del café va en relación a la cafeína, pero esto no es así, el sabor lo dan los azúcares y los aceites naturales que posee cada grano de café.

Y lo mismo pasa con la vida que vivimos, no se trata de poner un exceso de cafeína para que la vivamos de manera sabrosa e intensa, sino que es más importante es como la aderezamos de manera natural, con lo que nos sale de nuestro corazón.

En el café cuando hablamos del cuerpo, nos referimos a la sensación del café en la boca.
Como me gustaría que todo el mundo hablara así de los cuerpos de las personas.

Las tres características del café más representativas son la riqueza, la complejidad y el balance.

Y en la vida creo que son características que me gusta encontrar en las personas, valores que quiero que tengan los que me rodean. Necesito que las personas que me envuelven, que me importan, sean ricas por dentro y que mantengan un buen balance en todo lo que hacen, dicen y piensan.

No me gustan los extremos, ni me gusta que todo el mundo piense como yo, ni actúe como lo haría yo.

Quiero que cada uno defienda lo suyo y si nos ponemos de acuerdo perfecto, y sino pues viviremos con respeto y corazón.

Finalmente, el gran compañero del café es el chocolate amargo ya que este realza su sabor.
El gran compañero de la vida es también la mezcla perfecta de ese dulce amargo que queda para siempre en el paladar, ese dulce con toque amargo que te hace apreciar lo bueno de la vida ya que también has vivido partes malas.

Me encanta el café, me encanta disfrutarlo poco a poco y sorbo a sorbo, bebérmelo pausadamente pero sin dejar que se enfríe, y disfruto del sabor que deja en la boca cuando lo has disfrutado. Lo mismo me sucede con la vida, me gusta vivirla, y además la disfruto sola y en compañía, ya que al igual que el café aún cuando no te lo estás bebiendo su buen sabor queda grabado en ti.

Por lo tanto vivamos la vida bebiendo café... ¿te invito a un café? Hecho!


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