¿Nunca os habéis parado a observar a la gente de vuestro alrededor?
¿A imaginaros la historia de su vida, lo que les pasa en ese momento?
Solo observar, sin juzgar, sin opinar, sin ni siquiera atreverse a hablar sobre la vida del otro.
Solo observar, imaginar, pensar que pasaría si nos pasara a nosotros, valorar que haríamos, e intentar conocernos un poco más.
Me gusta analizar el lenguaje no verbal. Una mirada, un gesto, una sonrisa dicen más que cien palabras. En ocasiones las palabras dicen algo y el cuerpo lo contrario.
Analizo la discusión de dos enamorados. Discuten pero no lo sienten de verdad, lo que ansían es la posterior reconciliación.
Observo la indiferencia del silencio en otra mesa, en la que las palabras punzantes se cruzan de un lado a otro, sin importar si el otro la escucha.
Envidio la risa enamorada de alguien que no lo sabe o que se niega a aceptarlo.
Envidio también la tierna mirada que desprenden esos dos amigos que sienten algo más que una amistad, e incluso de los que sienten ese amor fraternal.
Una señora mayor que cuidadosamente se arregla en el lavabo de una estación, dispuesta a reemprender un viaje junto a alguien especial o esperando un ansiado reencuentro.
Niñas que nerviosas observan en la lejanía comportamientos estudiadamente pasotas e indiferentes solo en la postura.
Todo esto son historias que nos rodean, que nos enriquecen más de lo que creemos, que nos distraen, que nos hacen soñar.
Espero que todas estas personas vivan su felicidad, tanto como yo aprendo de su vida que tomo prestada un momento, y que hago mía en mis escritos.
Quizás les pongo un final distinto al real o al que querrían los protagonistas, pero por eso son historias robadas, prestadas sin consentimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario