Pides a gritos un adiós.
Gritas en la inmensidad de la noche pero no hay eco al otro lado.
Vacías tus bolsillos de pesos inútiles, descargas tu alma de dolores punzantes, retiras sufrimiento de tus ojos.
Intentas ser alguien nuevo, mejor, pero no consigues librarte de tu interior.
Sientes que algo te persigue y que no deja de mirarte.
En la corta distancia notas su calor, y en la lejanía su recuerdo no te abandona.
Conciencia del alma.
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